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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

martes, 30 de agosto de 2011

Capítulo 36


Tenía que hacer algo, y eso iba a hacer, tenía una idea, pero no me dio tiempo de recapacitar, tenía que lanzarme y hacer esa idea, sin más preámbulos. No estaba segura de qué repercusión podía tener, pero esta tenía que saber quién era yo…
Ese mismo viernes, se me ocurrió la idea, mientras estaba en sociales a primera hora, y a segunda ya tocaba música. Nos sentamos y me dio tiempo a recapacitar un poco más, pero no mucho, porque no paraba de regañarme, en ese momento más que nunca, parecía que me leyó el pensamiento.
Miré a Eric, le miré durante unos segundos.
-Eric, tengo que hacer una cosa, prométeme que no te enfadarás.
-¿Qué? –Me preguntó sonriéndome.
-Por favor Eric, prométeme que todo seguirá como antes.
-¿Y por qué no debería estarlo? Leila, me estás preocupando…
-Eric, por favor.
-¡Claro que sí! ¿Qué preten…? –Me comenzó a preguntar.
No le dejé continuar, le miré los labios decidida, y me acerqué rápidamente. Apreté mis labios contra los suyos. Él estaba rígido, era evidente, su novia estaba allí delante. Abrí un poco los labios, para cerrarlos nuevamente. De pronto, oí un porrazo, era Bryanna, había tirado su carpeta contra la mesa. Me aparté vacilando, y la miré con rudeza.
-¡Se puede saber que haces! Tú… ¡fuera ahora mismo de mi aula!–Me riñó.
-Ni es tu aula, ni me voy a ir. –Contesté desafiándola.
-¡Muy bien! –Dijo casi gritando. –Ve ahora mismo, a ver al coordinador. –Firmó una nota con mi nombre, para que pueda asistir a esa aula.- Él ya se encargará de ti.
-Ni que fuese a matarme…- Alardeé.
Noté miradas clavándose en mi espalda, pero no me di la vuelta para mirar. Cogí con fuerza el papel, y me di la vuelta, caminando hacia el aula.
Llegué allí y me senté en la silla, frente al coordinador.
-Tú eres… -Dijo cogiéndome el papel. –Leila, ¿no? Nunca te he visto por aquí.
-Lo sé, no frecuento mucho estas visitas.-Añadí con una sonrisa radiante.
-¿Qué ha pasado?
-Bueno, es una historia muy larga, típica de adolescentes inmaduros, ¿de verdad quiere escucharla?
-Por supuesto, y lo mejor es que me lo cuente todo.
-Bien, pues, la profesora esta nueva, que sustituye a la de música, tiene un novio. ¿No?
-Imagino. Es muy joven. –Susurró.
-Vale, pues ese novio, está en mi clase, y resulta que es mi mejor amigo. Pues me tiene muchísima envidia, porque estoy sentada con él, y estamos siempre juntos. Suelo ser una chica tranquila, que no molesta y obedece, nunca me regañan, ni mucho menos, me envían aquí. Pero ella hace lo posible para que me tengan que expulsar.
-¿Segura? –Dijo mientras lo anotaba todo.
-Sí, es evidente. El caso es que estaba harta de todo, y no puedo venir a hablas con usted sin ningún motivo. Pues he decidido portarme mal a propósito para que me envíen aquí, y contarle toda la historia, y, a su vez, que usted de parte a los demás, y les deis un toque, para que sea objetiva. Es decir, ¡no puede besarle delante de todos los alumnos! Está claro que ese chico tiene enchufe, pero no tiene culpa. –Expliqué enfrascada en lo que contaba.
-Bueno, no es que no la crea, pero necesito testigos que corroboren la información. ¿Qué ha hecho exactamente para portarse mal?
-He besado a su novio, entonces me ha echado de la clase, y le he dicho que no quería, inmediatamente me ha mandado con usted.
-Tampoco está bien por su parte, pero, supongo que lo ha hecho por una causa.
-¡Claro que sí! Es que no puedo estar sometida a esta presión. La gente dice que los profesores le tienen manía, pero, ¿esto qué es si no?
-Y… supongo que a ti también te gusta.
Me dejó completamente fuera de lugar, ¿qué debía contestar? Si decía la verdad, un momento… No podía decirla, se sabría, y lo anotaría. Iba a mentir.
-¡No! Es muy amigo mío, pero ya está. –Mentí.
-Comprendo. Está bien, pero no puede volver al aula, es motivo de castigo, es faltarle el respeto al profesor, y hablarle mal.
-¿Y ella no me falta el respeto? ¡Me dijo que era retrasada! O lo dio a entender…
-Lo siento, si es tan amable, puede ir al salón de actos.
-Está bien. –Dije mientras me levantaba.
Abandoné la sala, pero volví y asomé la cabeza por la puerta.
-Gracias. –Añadí.
-Haré todo lo posible, eres buena alumna, mereces algo mejor. Pero antes tengo que tener testigos… En fin, de nada. –Me contestó con alegría.
Me encontré de nuevo andando por los pasillos. No quería acostumbrarme a esto, pero es lo que había. Al preguntar a los demás, me volverían a sacar de clase. Era un embrollo, pero fue lo único que se me ocurrió. La verdad es que no estuvo nada mal el comienzo. El beso… no sé cómo se lo habría tomado él. Pero para mí había sido especial, aunque hubiese sido contra su voluntad, un momento… ¿lo había sido? No se apartó en ningún momento. Quizás solo quería guardar las apariencias por Bryanna. Llegué al salón, y allí seguí meditando. Nunca había sentido tanto con un beso, ni con Ryan. No me arrepentía de haberlo hecho, pero me sentía un poco mal. ¿Y si ahora le metía a él en líos? ¿Por mi culpa? Estúpida, no pensé en mí, había sido egoísta, no era justo. Pero al menos ella tendría su merecido. Se lo debía, por no haberme defendido.
Finalmente sonó el timbre, y era la clase de Plástica. Por desgracia, también nos habían puesto por orden de lista, y estaba con Eric, Danny, y una chica más. No sabía qué contarle, quizás le molestaba la verdad. Bueno, al menos no tendríamos secretos…

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