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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 17


En esos momentos se me ocurrían miles de cosas que me podía haber dicho, que tenía miedo, que estaba poseído, que estaba enamorado de Sylveria, o incluso de mí, me daba igual lo que hubiese dicho. Pero lo que dijo fue lo peor que me podría haber pasado…
- Bueno… - Comenzó Eric.
- Lo hemos preparado todo nosotros. – Soltó Alex de golpe.
Me sentí engañada, sucia, herida. No podía ser verdad.
- Sí, bueno, queríamos haceros una broma, y pagamos a esa gente para que os asustase. – Explicó Eric con una sonrisa encantadora, pero que inútilmente arreglaría lo ocurrido.
Una ola de ira se apoderó de mí.
- ¿Qué? ¿Has jugado con nuestros sentimientos? ¿Te parece gracioso? –Grité histérica mientras las lágrimas acariciaban mi mejilla.
- Esto… era solo una broma… - Contestó Eric.
Lo único que se me ocurrió fue darle un guantazo en la cara, e irme maldiciendo, mientras él aun se acariciaba la zona afectada.
Me senté en el suelo, entre una mesa y la pared, de forma que nadie me viese allí. No me lo esperaba, no creí que él pusiese haber jugado con mis sentimientos de esa manera. Confié en él. ¿Y así me lo pagaba? No le iba a perdonar nunca, podría haber ocurrido algo, teníamos miedo y… ‘’Con eso no se juega, me la pagará, claro que sí. ’’- pensé. Se iba a arrepentir de lo que había hecho. No debí enfadarme solo con él, pero fue quién me llamo, quién me mintió, y de quién menos me lo esperaba.
Escuché pasos, pero me daba igual que me viesen como una niña chica que se esconde a llorar, me daba igual todo.
Era Eric, que se agachó para hablar conmigo, pero ni le miré.
- Lo siento, de veras, no creí que tuviese ese efecto. Me he comportado como un imbécil.
- Lo sé. – Dije sin compasión.
- Por favor, es que… No te quería hacer daño, solo, creí que sería divertido, pero veo que me equivocaba.  Tienes toda la razón de enfadarte conmigo, pero, no quiero perderte, no sé lo que haría… -Dijo tímidamente.
Lo que había dicho me había ablandado mucho, pero no podía perdonarle solo por su cara bonita, no era justo, juega conmigo, y ahora le perdono por que sí.
- Eric, me has decepcionado. - Fue lo único que pude decir antes de que se me rasgase de nuevo la voz.
- Ya.
Se levantó y se dio la vuelta mientras se echaba el pelo hacia atrás con desesperación. Pero pronto se volvió a agachar.
- Por favor. – Dijo mientras me cogía la mano y tiraba de mí hacia él.
Me levanté para que no hiciese demasiada fuerza al levantarme, e instintivamente me apoyé en él para estabilizarme, y él me sujetó de las caderas. Si no hubiese sido por el cabreo que tenía, no sé qué hubiese pasado, pero por el contrario, no quería ni mirarle, porque sabía que si lo hacía, le perdonaría enseguida.
- Me ha dolido, Eric.
- Perdón, ¿qué puedo hacer para que me perdones? De verdad, lo siento.
- No se me va a olvidar tan rápido, y lo sabes. – Dije eso último sabiendo que era mentira, pero al menos intenté confiar en mí misma.
Me abrazó con más fuerza, estaba arrepentido de verdad, y merecía mi perdón, si no hubiese sido por el maldito orgullo… Yo puse mis brazos alrededor de su cuello. ‘’Lo siento’’ – me susurró al oído. Cosa que me puso más nerviosa aún, pero, por si acaso faltaba algo más, apareció Alex por la puerta dando palmadas. Eric me soltó y salió corriendo detrás de Alex, pero este también huyó.
Yo fui al lavabo y me lavé la cara. Recuperé mi aspecto normal, y entonces fui al salón, allí Alex me miraba con una expresión de triunfo y Eric estaba sentado casi con la lengua fuera.
- Bueno, ¿y para cuando la despedida de soltero? – Comentó Alex.
- Pues cuando a tu novia Rachel le dé la gana, ¿o te lo tengo que decir todo yo? – Contestó furioso Eric.
Todos nos quedamos callados, nunca me acostumbro a esas reacciones de Eric, ya que son tan inusuales…
Me senté en la cama, iba a dormir con Courtney. Pero nadie tenía sueño, así que, como Alex se aburría, en vez de darle besitos a Rachel, nos molestaba.
- Pero vamos, ¿cuántos besos os habéis dado ya? Tronco, estás hecho un ligón.
- ¿Por qué no me dejas un ratito tranquilo? – Le contestó. – Además, ¿a ti que te importa?
- No sé… curiosidad. Leila, ¿has besado a alguien alguna vez? Tía, pareces tan… inocente. – me preguntó.
Me quedé impactada por la pregunta. Ya que para todos era no, pero era mentira, besé a Danny. Empecé a notar el calor de mis propias mejillas, y supuse que me estaba poniendo colorada, pero no lo pude evitar, me gustó ese beso. Pero había que ocultarlo, como fuese.
De pronto Danny, nos dijo sí queríamos beber algo. Y trajeron bebidas con alcohol. Nos sirvió a todos, pero no sabía si tomar. Era joven, y no quería empezar tan pronto, así que lo rechacé. Pero las demás no hicieron lo mismo. Me sentí excluida, y solo por eso quise beber, pero sabía cómo sabía que no debía, me controlé.
Al cabo de un rato, estaban todos borrachos, y no sé por qué, a mí también me afectó.
Escuché cosas tontas como, ‘’ayer vi un oso panda’’, o como ‘’cásate conmigo, preciosa’’, pero todo venía de Alex, así que pensé que era broma.
Poco después Alex me volvió a repetir la pregunta, pero esta vez ocurrió lo que iba a ocurrir. Deduje que Danny dijo lo de beber, para que a Alex se le olvidase la pregunta, pero no fue así.
- No es tan inocente. – Dijo Danny.
- ¿No? ¿Cómo lo sabes? – Preguntó Alex.
- Porque se lió conmigo.
Hubo un silencio, me quedé perpleja, y, ¿decirlo de esa forma? Con suerte nadie se acordaría. No sé por qué, pero me sentí dolorida por Eric, como si de alguna manera le importase mis sentimientos hacia otro.
- Vaya, vaya. Macho, podrías haber avisado. Uno no consigue esa pieza todos los días. – Dijo Alex, como si yo fuese un pedazo de carne digno de admirar. Lo bueno de que me hubiesen pegado la borrachera, era que yo también me podía cabrear con él.
- ¿Sabes qué? Te voy a decir una cosa. No eres nadie para meterte en mi vida, si no te quiero contestar, es por algo, ya que ese momento en el que Danny y yo nos besamos, quedó en el olvido. Tampoco eres nadie para llamarme ‘pieza’, porque soy una persona como tú, y como todos los que estamos aquí, beber no solo te hace más gracioso, sino también más vulnerable, débil y estúpido. Aunque creo que vas sobrado por la vida, solo porque has tenido suerte. Yo tú aprovecharía de buena forma lo que tienes, no vaya a ser que ocurra algo que cambie todo. ¿Me oyes? Y escúchame, porque tengo razón,  yo no he bebido y sé de lo que hablo. –Dije con sinceridad.
La reacción no fue como creí, se echó a reír como el ignorante que era. Y eso solo me cabreó aun más, pero cambiaron de tema.
Me empecé a cansar, así que subí al sofá dónde estaba Eric, y me senté a su lado. El me abrazó con un brazo. Al cabo de un rato, puse mi cabeza sobre sus piernas, y le miraba fijamente los lunares que le daban una belleza tan característica, mientras él jugueteaba con mi pelo.

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