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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

martes, 16 de agosto de 2011

Capítulo 31

-No debí decir esa opción… - Susurró.
Me reí divertida, luego, me cogió de la mano.
-Por favor. –Me dijo- Invítame a ir contigo a la fiesta.
-No me convences.
-Pues no me voy a poner de rodillas, porque está ahí el profesor, y deberíamos estar pasándonos la pelota…
-Pues así no te voy a decir nada. – Le dije lanzándole el balón.
Se puso a darle toques con el pie, y, tras un momento, la dejó en el suelo, y me la pasó.
-Oh, grandiosa Leila, te doy mis súplicas para que oses ofrecerme tu invitación para lograr asistir al baile que se festeja mañana… - Añadió mientras movía los brazos para acompañar.
-Ahora mismo Shakespeare estará retorciéndose en la tumba. –Contesté.
-¿Tampoco te vale así? Qué inconformista. ¿Qué hago?
Me entraron ganas de contestarle, pero callé, no quería confesar nada, él estaba con Bryanna, y éramos amigos, coquetos, pero amigos…
-Sorpréndeme. – Le dije.
Se paró un momento y se puso a meditar lo que le había dicho.
-¿Por favor?
-Hay veces que tengo ganas de matarte, pero otras… - me paré, no debí haber dicho eso.
Me cogió de la muñeca, y me la llevó al hombro. Se acercó, sus labios estaban a escasos centímetros de los míos. Se oyó un silbato, era el profesor para indicar el cambio de actividad.
Retrocedió, se agachó y cogió la pelota, juntos fuimos hacia el profesor sin articular palabra.
El siguiente ejercicio resultó un poco incómodo, ya que era de robar el balón. Él era buenísimo, me lo quitaba y la recuperaba, mientras que yo le daba una patada y lo mandaba al otro lado del campo. Sin querer, le di una patada, y él, tropezó y dio un saltito. Me pareció algo estúpido y encantador…
-Oh Dios mío, lo siento, hoy vas a salir muy perjudicado. ¿Estás bien? – le pregunte nerviosa.
-Claro que sí, no ha sido nada. Aunque, si te digo que estoy mal, ¿me invitarías?
-No hace falta que me digas nada más, ya has hecho bastante. –Contesté discretamente. – Claro que podemos ir juntos.
-¡Ja! –Exclamó de pronto. – No me lo has pedido. Ahora me lo tienes que pedir tú, como venganza.
-Qué caprichoso. Está bien. –Contesté tras una pequeña pausa. - ¿Quieres venir conmigo al baile?
-Espera que me lo piense…
-¡Eric! –Dije en tono infantil.
-Vale, claro que sí. –Y tras esto, me sonrió. Su mirada me derretía por dentro, algo que siempre me había hecho, pero ahora más que antes. Mucho más.
-¿Qué te pondrás para mañana? –Pregunté curiosa, mientras le agarraba de la camiseta para poder quitarle la pelota.
- Pues, ah –se quejó – no tengo nada aun, realmente, iba a ir a comprar algo hoy, pero Danny no puede ir, y, sinceramente paso de ir con Alex. Además, tengo el pelo muy largo ya, y quería ir a la peluquería. Lástima que no pueda venir nadie.
Cuando le conseguí quitar la pelota, al robármela legalmente, me hizo la zancadilla y me caí al suelo. No era la primera, muchos se cayeron al suelo, estaba mojado y resbalaba. En una milésima de segundo me encontré tirada, pero para mí pasaron minutos, veía como se acercaba el suelo hacia mí, y que no podía hacer nada.
Él ni siquiera me ayudó a levantarme, no paraba de reírse, de reírse de mí, me levanté con dificultad. Al estirar la pierna me di cuenta que había caído sobre una parte que estaba rasposa, ya que no esa césped, y la sangre brotaba de mi rodilla, me tiraba y me hacía daño. Tenía una piedrecita hincada en la herida, del dolor, volví a perder la estabilidad y caí de espaldas. Me la quité sin pensar, y pareció que había abierto el tapón de una botella del revés, porque empezó a salir más sangre aun. Empecé a perder las fuerzas. Todo cambiaba de color, se volvía más triste, más oscuro, solo veía mi pierna, que adoptaba un color rojo, por todas partes. Eric se dio cuenta de la gravedad, y se puso de rodillas a mi lado.
-¿Estás bien? –Preguntó preocupado.
No me sostenía ni sentada, así que me tumbé, no veía nada, pero, sin embargo, era consciente. El profesor vino, me agarró de un brazo, y otra persona me agarró del otro. Me levantaron, y yo, intentando resistir al sopor que me entró, apoyé las piernas en el suelo. Llegué a la enfermería, allí me dieron un zumo, entonces me animó, y ya comencé a ver todo más claro. Me aportó fuerzas. Estaba sentada en una butaca, y con los pies apoyados en un taburete. El enfermero me estaba curando la herida, me comenzó a quitar las piedrecitas con unas pinzas, luego me echó un líquido y me puso una venda. Me costaba andar aun, ya que, aparte del dolor del golpe y la inflamación de la piel, me escocía.
Volví a clase a tercera hora, y ya había comenzado, así que interrumpí la explicación de Vanessa.
Me senté en mi sitio habitual, al lado de Eric.
-Lo siento, lo siento mucho. Fue sin querer, no creí que fuese tan grave. – Me decía.
Estaba enfadada, –claro, no me podía haber ayudado cuando estaba tirada en el suelo, estaba demasiado ocupado riéndose en mi cara… - pero no tenía muchos motivos, era normal que reaccionase como lo hizo, debió ser gracioso.
-Ya, claro. Bueno, creo que no te podré acompañar. –Suspiré. –Ni siquiera podré llevar bien el vestido, ahora tendré un agujero en la rodilla. –Sí, exageré.
-Joder, perdón, ¿vale? No quería hacerte daño.
-Lo sé, no pasa nada. Ha sido un accidente. –Me ablandó muchísimo su carita.
No dijo nada más, se limitó a mirar a la profesora durante el resto de la clase. El día pasó lento. Por la tarde me estuve arreglando, por suerte, me puse una venda color carne, así que con las medias no se notaba tanto. Me alisé el pelo, por la mañana tendríamos que ir poniendo los preparativos, allí comeríamos, y luego empezaría la fiesta. No había clases. Me alisé el pelo, e hice varias pruebas sobre cómo maquillarme. Llegó el viernes, y me peiné, me vestí, y me maquillé como quería hacerlo ayer, pero quedó diferente. Me veía bien, si no fuese por mi rodilla. Cogí un bolsito blanco y metí dinero, el móvil y pañuelitos, que mi madre siempre me decía que me harían falta.
Al llegar allí no sabíamos dónde teníamos que ir, pero un profesor nos dijo que fuésemos al salón de actos. Vi a Eric, me quedé paralizada, estaba más guapo que nunca, efectivamente se cortó el pelo, seguía teniendo una melena, pero mucho más corta y desaliñada, que le daba un atractivo especial, o si no, yo se lo veía. El traje que llevaba se le ceñía a la espalda, y sentí un impulso de lanzarme hacia él, pero no hice nada, solamente le miré. Al mirarle a la cara me fijé que también me miraba él. Me había visto que le estaba haciendo un ‘’escáner’’ durante un rato, y no me había dado cuenta.
-¿Sabes que al final voy a ir con Charles? Me lo dijo él.
Estaba colapsada, demasiada información a la vez.

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