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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo final

Aquí estoy otro día mas, hacía tiempo que no volvía a escribir, pero haré un resumen de todo lo que me ha pasado estos años…
‘’Eric y yo comenzamos a salir juntos, Bryanna ya no estaba en el instituto, y no lograron reemplazarla, por lo tanto, todas las horas de Música quedaron libres, y tuve tiempo para estar con Eric. Nuestra relación avanzaba muy rápido, estábamos hechos el uno para el otro. El último día de tercero, hicimos una fiesta en su casa, recuerdo perfectamente lo bien que me lo pasé, pusieron música, hablamos, bailamos… Fue perfecto. Por supuesto, todo eso estuvo bien, hasta… Al día siguiente, un sábado, habíamos quedado para vernos, él y yo, simplemente, a solas. En un principio estaba muy cariñoso conmigo, excepto cuando iba llegando la hora de irnos.
-Leila… -Me dijo.- Se acabó.
-¿Qué?
-Me tengo que ir, no sé si lo sabrás, pero no soy de aquí. Lo siento, no creí que esto llegara a tanto, no quería hacerte daño, ha sido culpa mía.
-No… ¿Es broma verdad? Dime que es una broma, por favor, dime que… -No pude continuar, la angustia y las lágrimas me invadían.
-Lo siento de verdad, no debería haber dejado seguir todo este juego. –Tenía la voz ronca.
-¿Juego? ¿Eso es lo que soy para ti? –Susurré casi muda.
-Sabes que no. Mira, esto puede que sea más difícil para mí que para ti, por favor, no lo compliques más.
Dicho esto, me besó en la frente, y se alejó. Quería correr tras él, pero no tenía fuerzas.
Fue el verano más triste que había tenido, Danny me había presentado a algunos chicos, pero nadie era como él, aunque, con el tiempo, conseguí mantener mis sentimientos más lejanos, y volver a fijarme en mi presente, en vez de en mi pasado.
Todas sabían que a Michaela le gustaba Charles, y todas querían ayudarla, hasta que Alexis, se ofreció para preguntarle quién le gustaba. Al poco tiempo dijo que tenía la respuesta, que al principio le dijo que no sentía nada por nadie, pero después le preguntó por ella, y le dijo que simplemente era su amiga. Vi cómo cambió, pero no podía hacer nada por ella, yo había sufrido mucho por alguien, y sabía cómo se sentía. Peor fue un dolor que no duró mucho, ya que al parecer todo fue mentira, Charles fue a hablar con Michaela, y entonces este se enteró de lo que había dicho Alexis, y se enfadó.
Resumiendo, todos fueron felices menos yo… Incluso Rachel, ya que cortó con Alex un poco antes de que este se fuese, por una supuesta infidelidad, yo nunca me enteré de eso, nadie me lo quiso explicar.
Al pasar los años, aprendí a vivir sin él, incluso conocí a alguien, a un amigo de Danny, pero no fue lo mismo. Un día vi en un periódico la fama que estaba consiguiendo Ryan, y lo feliz que era, sin mí. Debía estarlo, yo lo había dejado, no tenía derecho a sentirse mal, no hizo nada, le dejé por alguien que hizo lo mismo conmigo. Salió a la luz cuál era su pareja sentimental, y, para mi sorpresa, era Bryanna. No sabía que sentía exactamente por ella, odio, pena, envidia. Al final ella había ganado la batalla, con lo orgullosa que había estado yo al enterarme que la despedían. Qué crédula era…
Me centré simplemente en la carrera que deseaba hacer desde pequeña, Medicina, estuve estudiando durante seis años, sacando espléndidas notas, y me concedieron la beca con la que siempre había soñado, destinándome a Suecia.
Me dieron el dinero del viaje, y un poco más para buscar una residencia, ya que solo me concedían una durante una semana, y alimentos. En esa época tenía veinticuatro años, me habían dado trabajo fijo este año, y dependiendo de mi rendimiento, me ascenderían o no.
En la residencia tenía a una compañera, que era española, y no entendía su extraño acento al hablar mi idioma, o lo poco que sabía de él. Lo más gracioso era cuando ambas intentábamos aprender el sueco, que era algo mucho más complicado, cuando necesitábamos comprar íbamos juntas con un diccionario, o memorizábamos las frases antes de salir, para no hacer el ridículo, pero los demás eran muy comprensivos con nosotras, habían llegado muchos estudiantes de diferentes países, y querían ayudarnos. A veces incluso nos regalaban algo, como una taza, o alimentos precocinados. Me encantaban los pannkakor, que eran como crepes, y un licor muy dulce que se toma caliente, llamado punsch.
En anuncios encontré casas que buscaban compañeros de piso, y el alquiler salía muy económico, además de la compañía de alguien de este país que me ayudase a hablarlo adecuadamente.
Finalmente hice una llamada, y tras mucho trabajo, conseguí que un chico sueco me entendiese, y aceptara que viviese con él. Recogí el equipaje, y un taxi me llevó hacia la casa. Era muy grande, con amplios ventanales y las paredes hechas de madera. Llamé a la puerta, y una chica rubia la abrió. Tenía las mejillas rosadas, llenas de pecas, y su cabello liso lo llevaba hasta la cintura, tendría más o menos diez años, y luego llegó otra, que supuse que era su madre, muy parecida a ella, con unos preciosos ojos entre gris y azul, y el pelo recogido en un moño desenfadado.
-Välkommen. – Me dijo esta.
-Eh… Hola... – Le saludé yo confusa.
- Älskling, kom. – Gritó esta.
Un minuto después, apareció un chico, moreno, con pelo corto y una perilla, bastante más alto que la chica y tenía un cuerpo musculado. Llevaba una caja con papeles.
-¿Qué tal? –Volví a saludar.
Al chico se le cayó la caja, y me miró con curiosidad. Me sentí muy extrañada, era un momento embarazoso… A la chica tampoco pareció hacerle mucha gracia.
-Samantha, gå till ditt rum. –Ordenó el chico, e, inmediatamente, la pequeña subió las escaleras sin rechistar.
-¿Estoy en la casa correcta? –Pregunté colorada.
-Sí. –Contestó el chico.
Tenía una voz grave, insegura, pero perfectamente pronunciado.
-¿Hablas mi idioma? –Comenté alegre.
-Por supuesto, Leila.
Me quedé de piedra, ¿podría ser él? Estaba mucho más alto, más fuerte, no era su voz, era más grave, tenía una esposa y una… ¿hija? No, Sam no era su hija, era su hermana. Le había cambiado la cara, hacía ocho años que no le veía, le olvidé, y acababa de dar con él, de nuevo. No estaba segura, pero era el único que me llamaba así.
-¿Eric? Dios, no, no puede ser.
Me abrazó con fuerza, y noté el contacto con su cuerpo, sentí que me ardía el corazón, pero de pronto paró.
-Has cambiado muchísimo, apenas te había reconocido. –Me dijo.
-Tú también…
-Siento haberte abandonado, tenía que venir, mis padres me habían obligado, y no quería hacerte más dura mi despedida. Le dije a Danny que intentase que rehicieses tu vida, pero al parecer no lo conseguiste, ¿verdad?
-No… no te pude… -Miré a la chica, pero esta también subió la escalera, y nos dejó solos. – olvidar.
-Lo siento muchísimo. Espero que volvamos a ser amigos.
-Ojalá. ¿Estáis…? –Pregunté preocupada.
-No, solo somos novios.
Al principio apenas hablábamos, pero con el tiempo, nos dimos cuenta que ninguno de los dos quería seguir siendo amigos, varias veces tuvimos algún desliz, pero nunca estaba Lisbeth, su novia. Samantha decía que me prefería a mí como cuñada, pero Eric siempre le regañaba cuando decía eso. Finalmente, le dijo que teníamos una relación, y esta apenas se molestó.
Vivimos juntos casi tres años, con Sam, y visitábamos a veces a Alex. Me habían ascendido, conseguí mantener mi trabajo, me encantaba y se me daba muy bien.
El veinte de enero, Eric me pidió matrimonio. Realmente, no me lo esperaba, me veía muy joven, pero ya tenía veintisiete años. Acepté encantada, y celebraríamos la boda al mes siguiente. Me hice íntima amiga de mi antigua compañera de piso, Ángela, y esta me acompañó a comprarme el vestido. Quise invitar a mis antiguas amigas, pero todas tenían cosas que hacer, habían formado su vida, tenían trabajo que hacer, como era lógico. Deseaba que llegase el día, pensábamos ir de luna de miel a Inglaterra, y volver a ver a todos nuestros amigos de nuevo.
Ya era diecinueve, y preparamos todos los detalles, viajaríamos el veinticinco, ya habíamos avisado a los demás.
Por fin llegó el día, el gran día, me vestí, me arreglé, junto con mis amigas, y nos dirigimos hacía el ayuntamiento. Celebramos una preciosa boda sueca, y luego fuimos a la playa al banquete. Hacía mucho frío, y me puse una rebeca sobre el blanco vestido ajustado que llevaba, con cuello de barco, una larga cola, y de mangas largas. Nos divertimos muchísimo, era oficialmente mío, tenía trabajo, un marido encantador, y una larga vida por delante. No parábamos de reír, Alex y un amigo suyo hacían chistes y bromas, al abrir una botella de champán, el tapón de esta salió disparado hacia mi suegra, y se hundió en su espesa coleta, tirándola hacia atrás debido a la fuerza con la que iba.
Continuamos con una vida normal, hasta llegar el día de la luna de miel. Dejamos a Sam con Alex, y Eric y yo cogimos un avión. ’’
Ahora mismo, Eric está telefoneando a Danny, contándole las ganas que tiene de aterrizar, mientras yo estoy escribiendo esto. Acabo de parar de contar lo que ha sucedido en este tiempo, ya que estoy oyendo algunos gritos, en cuando sepa qué pasa, añadiré más detalles.


Esta fue la última anotación que se encontró en el diario de Leilany Hootch, ambos fallecieron en el accidente de avión, cuando estaban a punto de pisar tierra. Escrito por Peanuts, siempre os recordaremos, Leilany y Eric.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 41


Se quedó callado durante un momento, luego miró al Coordinador.
-Eh… me gustaría hablar a solas con ella. –Dijo.
-Bueno, está bien, cuando terminéis de hablar, me avisáis, y me contáis lo que pensáis, si lo habéis arreglado y eso. ¿Está bien? –Explicó.
Asentí. El señor salió por la puerta,  y nos dejó solos. No le miré, no quería saber nada que estuviese en relación con lo que paso.
-Leila, en serio. Sé que lo hice mal. Pero puedo explicártelo. De veras. – Me dijo.
Le miré con odio, pero al verle, me di cuenta que me miraba con pena, y me hizo sentir más fuerte. Superior a él.
-Empieza. –Contesté arrogante.
Suspiró, cerró los ojos, y evitó mi mirada.
-Leila, lo hice por ti. Es decir, no era verdad. –Se paró un segundo. –Parezco estúpido.
-Sí. –Afirmé incrédula.
-A ver, si Bryanna se enteraba de mis sentimientos, no sé que hubiese pasado. Si se hubiese enterado el director… es que temía que te pasase algo, no creía que estuvieses escuchando. No quería hacerte daño, justo lo contrario.  Si nadie lo supiese, nadie diría nada. Creía que ya lo sabrías. –Explicó nervioso y arrepentido.
-Creías que ya lo sabría… -Repetí. -¿Qué debería saber? Mira, no vengas con…
-Te quiero. –Me interrumpió.
Me paré de inmediato. ¿Sería verdad? Quizás lo hizo por mí, para que no tuviese problemas, es verdad que si lo hubiesen sabido, podría haber empeorado todo. Pero…
-Es verdad todo lo que te estoy diciendo, sino, no hubiese estado tanto tiempo contigo. Créeme. Lo de Bryanna ya sabes por qué fue. Leila, de verdad que te quiero. No sé cómo hacer que confíes en mí.
-Esto… No, no sé qué decir.
- Perdóname. Por favor.
-Es decir. Tú… ¿me, me querías? –Pregunté tímidamente.
-Sí, desde tu cumpleaños. Cuando te vi me llamabas la atención. Pero no te quería en ese entonces. –Explicó.
-Ha sido todo un malentendido…
-Sí. –Dijo.
No sabía qué hacer, me quería matar por una tontería. Me quería, me quería de verdad, se le notaba la sinceridad en la cara. La otra vez estaba de espalda y no pude ver su expresión, y supuse que era verdad. Y ahora que me decía la verdad, iba a desconfiar. No, siempre lo hacía todo mal. Ya se iba a acabar todo. He seguido viva para algo, lo iba a aprovechar.
-Tienes razón. ¿Podremos empezar de nuevo? Otra vez… -Comenté arrepentida.
Sin previo aviso se acercó a mí, y apretó sus labios contra los míos. No sabía a quién obedecer, si a mi corazón, o a mi mente. Mi corazón me decía que le quería, que debía estar con él, era un sentimiento muy fuerte, y más en ese momento, tanto, que consiguió vencer a mi mente, que me pedía volver a ser amigos.
Le puse las manos en los hombros, y él me rodeó la cintura. Me levantó del sillón, y continuó besándome.
-No quiero volver a perderte. No otra vez. –Susurró, y, acto seguido, me besó en la frente.
-Yo, me quería matar… solo porque me habías defendido. Soy estúpida.
-No lo eres, simplemente creías en mí. Creías que decía la verdad. Pero ya estás bien, no ha pasado nada grave, y has aprendido, ¿verdad? –Me preguntó acariciándome la mejilla.
-Sí, por supuesto. Eric… Lo siento de verdad… ¿y estuviste esperando a que estuviese bien? De verdad, no sé como…
-Déjalo estar, olvídalo. Piensa que todo ha salido bien, que sabes que te quiero, que nada nos puede separar… -Hizo una pequeña pausa. -¿Eso lo he dicho yo? ¡Qué cursi!
No pude evitar reírme, me hacía sentir bien, olvidar mis problemas, le quería, le quería mucho más de lo que creía el tope, ahora sabía que me quería también. Tenía razón, ya no podía pasar nada más.
-Vamos a hablar con el coordinador. –Dije.
Me cogió de la mano sana, y caminamos hasta que llegamos a la sala de profesores. Allí estaba él, con un montón de papeles, pero, justo antes de aparecer por la puerta, Eric me soltó. Estaba claro que aun quería que no se supiese nada, pero no me molestó, lo hacía por mí.
-¿Y bien? –Preguntó.
-Bueno, ya está todo arreglado. –Le contestó Eric.
-¿Sí?
-Sí, fue todo un malentendido, siento haberle molestado. De verdad. –Afirmé.
-Está bien. Pero ya sabes, cualquier problema, me lo dices, ¿vale?
-Sí. –Respondí.
Fuimos al aula que nos tocaba, que aun era la primera hora. No tuve oportunidad de hablar con las chicas, porque nada más me vieron aparecer por la puerta, me llevaron a la sala. Michaela tampoco me preguntó nada, no quería agobiarme, aunque de todo lo que me había librado ella, me tocaría con las demás.
-Eric… -Dije.
Al instante se dio la vuelta y me miró.
-No me importa que sepan lo nuestro… es decir… -Continué.
-¿Quieres que tengamos algo? –Preguntó sinceramente.
-Yo…
-A mí me gustaría, pero como tú digas.
En forma de respuesta, le di otro beso, esta vez de corta duración, y me di la vuelta para continuar, cuando me di cuenta que la puerta estaba entreabierta, y nos observaba toda la clase.
-Mier… -Maldijo Eric.
Sin decir nada más, ambos entramos en clase, y nos sentamos en nuestro sitio, que casualmente, estaban juntos. No quise mirarle, porque ya habíamos metido suficiente la pata, como para tener que dar más pruebas de nuestra relación. ¿Relación? ¿Eso se podía llamar relación? A mí me gustaría que lo fuera, y a él también. Pero… ¿y a los demás?
¿A mí que me importaban los demás? No podían intervenir en mi vida personal, no estábamos incumpliendo la ley ni nada por el estilo, sin embargo me sentía culpable. Podía ser por piedad hacia Bryanna, o por lo que expliqué a mis padres, que no quería contradecirles todo lo que expliqué, pero no tenía más elecciones. Él no era culpable, fui yo sola, fui tonta y despreocupada, pero no quería pensar en eso, no ahora que todo iba sobre ruedas, no ahora que había conseguido lo que llevaba tanto tiempo buscando. Había conseguido a Eric, por fin, era mío.