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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

sábado, 13 de agosto de 2011

Capítulo 27

Como era de esperar, el viernes me arreglé más para ir al instituto, ya que después iba a ir a almorzar con Ryan. Todo fue normal, excepto porque Eric no hablaba conmigo en clase, ni siquiera me miraba cuando le contaba algo, las chicas no me hacían caso, y Danny ni me saludó. Me sentí excluida, no entendía nada, ¿es que se enfadaron conmigo porque había quedado con Ryan? No tenía sentido, no era justo, sabían que le quería, y que iba a quedar con él. Además, ¿cómo se podían haber enterado? No recuerdo haberle dicho nada.
Cansada, dejé el grupo, y me senté en el suelo, apartada de los demás, no quería seguir sintiéndome así, y la única solución era alejarme, alejarme del problema, aunque el problema sean mis amigos…
En las clases me senté sola, porque las demás se juntaron de manera estratégica para dejarme aislada, y lo consiguieron. Por suerte, todo pasó cuando acabaron las clases. Ryan, fiel a mi horario, estaba esperándome en la puerta. Me saludó con un beso, y le cogí la mano. Ni siquiera me despedí de los otros, estaban siendo estúpidos.
Almorzamos en el restaurante, todo fue muy romántico, al menos para mí. Terminamos cerca de las cuatro y media, y fuimos andando a la casa. Entramos en mi portal, y, justo en frente de mi puerta, encontré a alguien. Más bien eran dos personas. Una estaba apoyada de espalda contra la pared, el otro estaba agachado, con una hebilla en la mano, o algo así, intentando abrir la puerta. Estaba oscuro, pero pude diferenciar completamente la dorada melena de Danny, y, por eliminación, el que estaba agachado era Eric. De pronto, Danny se dio cuenta de que estábamos allí, y le dio un codazo a Eric, este echó todo el aire que estaba conteniendo, y le miró. Entonces me vio a mí, a Ryan no, porque él seguía en el ascensor. Escondió lo que usaba como ganzúa en un acto reflejo, e, inmediatamente, se levantó.
-¿Se puede saber qué haces aquí? ¿Hacéis? –Me corregí.
- Eh, yo… Es una larga historia. Y no creo que quieras saberla, te vas a enfadar. –Dijo persuasivo Eric.
- Tengo tiempo.
Danny parecía nervioso, y miró a Eric, pero este tenía la vista fija en mí.
-Mandé un mensaje, te lo mandé sin querer, iba para otra persona, y, la verdad, era demasiado embarazoso, así que fui a tu casa para borrarlo, y, allí estaba. Eso es todo. –Comentó con arrepentimiento.
Me quedé de piedra, ¿qué mensaje? A partir de ese momento me llevaría el móvil a todos los lados. ¿Quería robarme? Ese no era un comportamiento normal, ni siquiera sabía por qué lo había hecho.
-Será broma. –Dije incrédula.
- No… lo siento, pero no quería que vieses lo que decía.
Me pareció tan tierno, que no quise decirle nada, pero, ¡estaba saliendo de mi casa!
-Realmente, no sé qué hacer. ¡Vete! –Grité.
Así, se fueron deprisa ambos, aunque a Danny no le dije nada, ni me acordé de él.
Ryan me abrazó por la espalda mientras abría la puerta. Para mi asombro, todas mis amigas corrían hacia mí mientras los demás me felicitaban a gritos. No me había esperado nada de esto, era mi cumpleaños, era una fiesta sorpresa. Eric estaba allí por mi cumpleaños, y yo le había gritado. Creía que todos estaban en mi contra, mientras que ellos solo querían que me lo creyese, para que me impresionase más. Qué ingenua había sido.
Habían montado una fiesta en mi propia casa, con batidos, bebidas gaseosas, patatas fritas, música.
-Vaya, ¡cómo os lo habéis montado! –Dije.
-No ha sido cosa nuestra, fue idea de Eric. –Contestó Chelsea.
El corazón me dio un vuelvo, le acababa de echar de la casa, de la fiesta que él había montado, había pensado en mí, y así se lo agradecía. No me lo perdonaría… Necesitaba disculparme, pero probablemente no volvería, le necesitaba, lo necesitaba por primera vez…
Estuvimos hablando, algunos bailaban, pero mi timidez me lo impedía, incluso vi que Irina estaba hablando mucho con Michael…
Al cabo de un rato, sonó la puerta. Era Eric, que venía con Danny, este tenía una bolsa con dos botellas de refresco de naranja. En cuanto le vi, salí corriendo hacia él, me daba igual lo que pensasen, me daba igual lo que dijesen, quería estar con él, más que ninguna otra cosa. Salté y me abracé a su cuello, entonces, para que no cayese al suelo, me abrazó de la cintura.
-Gracias. Muchas gracias. –Susurré.
-De nada preciosa.
Me sentí especial, normalmente me protegía, pero esto era distinto, eran sentimientos diferentes. Pero algo interrumpió nuestra tranquilidad. Mi perra corría para saludarme. Eric me soltó de repente y retrocedió. Le miré asustada, pero lo único que había en la entrada era mi perrita, un caniche toy.
-¿Qué pasa? –Pregunté.
-Quita eso de mi vista.
-¿El qué? –dije alarmada.
- Tú… perro.
Cuando volví a mirar, estaba tumbada boca arriba esperando que la acariciase la barriguita, pero Eric no parecía querer complacerla.
-¿Te da miedo? – Pregunté asombrada.
-Apártalo, y luego hablaremos. – Me contestó sin moverse, ni dejar de mirarla.
Cogí a mi perra, y la llevé a una habitación, donde estaba su canasta, luego volví a la entrada y allí estaba él, esperando mi regreso. Pensé en preguntarle sobre cualquier experiencia pasada, pero decidí no darle más vueltas, si tenía miedo, no era quién para restregárselo.
-Prefiero no hablar de lo que ha pasado, ¿vale? –Me comentó.
- ¿De qué? –Dije bromeando.
Cuando me di cuenta, Ryan estaba hablando con Danny. Le había dejado solo durante un rato, y no me di cuenta, se me había ido el tiempo al lado de Eric. Así que me fui con él, pero fue diferente. Estaba distraída, y no sabía por qué, creo que él también lo notó, aunque después cogimos de nuevo confianza. Fue el mejor cumpleaños de mi vida, y me acompañó en ese día los mejores amigos que existían. Poco a poco, los demás fueron yendo a sus casas, cada vez quedaban menos, y, se quedaban a los que más quería. Como era normal, las chicas se tuvieron que ir antes, excepto Michaela, que sabía que se podía quedar en mi casa hasta la hora que quisiese. Se quedaron también Danny, Eric, Ryan, y Charles.
-Bueno, ya que quedamos tan pocos y eso, ¿qué, vais a contar quien os gusta? – Sugirió Charles. -¿Por qué no empiezas tú Danny?
- Empieza tú, mira… - Contestó este.
- Es que le da vergüenza. –Dijo Michaela.
-¡No me da vergüenza! Yo soy un macho, esas son cosas de nenas.
- Seguro. Venga dilo, nadie sabe a quién quieres, no lo sé ni yo. – Musitó Eric.
- Ni lo vas a saber, la única que lo sabrá será Leila. –Dijo mirando a Ryan.
Este, sin embargo, le miró sin rencor, sincero. No parecía ser nada envidioso, al contrario, quería conocer a mis amigos, y quería llevarse bien con ellos.
A partir de ese día experimenté un nuevo sentimiento, algo que no había sentido nunca, y menos en esa persona…

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