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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 7


Fue llegando la gente, al menos, ya me sonaban más las caras de mis compañeros de clase.
Y, claro está, nosotras hablábamos de tonterías, como fieles adolescentes que somos.
Llegó Courtney y Rachel. También llegó Danny.
- Hey. –Me dijo sonriendo.
- Hey. – Le contesté.
- ¿Qué tal?
- Pues… aquí, supongo. – Le contesté un poco avergonzada.
- Ah, vaya, que estado de ánimo más extraño. – Me dijo bromeando.
- Sí, ya. –Me reí.- ¿Y tú?
- Esperando a que venga John, que es un lento. Bueno, te dejo con tus amigas, adiós chicas… -Dijo despidiéndose con la mano.
Me di la vuelta para mirar a mis amigas, y, cuando me di cuenta, estaban todas mirándome.
- ¿Qué?
Sonó el primer timbre, y justo vino Irina. Entramos en la clase, pero no nos sentamos cada una en nuestro sitio, sino, hicimos un grupito en mi mesa, y allí nos pusimos a hablar.
- Sí, ya estoy mejor. –Dijo Rachel.
- Eso espero, porque si no… - Dijo Chelsea.
- Eh, ¿y si salimos esta tarde y nos despejamos un poco? – Dijo Michaela.
- Sí, ¿por qué no? – Dije.
Estábamos hablando y, alguien movió la silla que correspondía a la mesa sobre la que estaba sentada yo.
Miré hacia atrás y allí estaba. John, el chico que se sentaba a mi lado.
- Hey. –Me dijo.
- ¿Todos saludáis así, o es que es un código? – Dije con toda naturalidad.
John se rió.
- Se puede decir que es un código. –Dijo entre risas.
- Bueno, ya va a tocar, así que nos vamos yendo… - Dijo Rachel.
Me senté, al igual que John. Nos quedamos un momento en silencio, pero eso era solo al principio.
- ¿Qué tal? – Me preguntó.
- Pero por Dios, los dos decís exactamente lo mismo. Qué locura. –Dije alterada.
Se volvió a reír.
- No me lo puedo creer. ¿En serio?
- La que no se lo cree soy yo. ¡Qué poca originalidad!
- Pues ya ves, ahora me entero. Podemos haber dicho conversaciones iguales a chicas diferentes, y no lo sabemos… - Dijo John.
Me reí. Jamás había visto nada igual.
- Bueno, hagamos una pausa, ya habéis charlado bastante, voy a pasar lista. – Dijo el profesor.
Hoy estábamos todos, pero, cuando llegó a John pasó algo muy raro.
- ¿Eric? – Dijo el profesor.
- Aquí. –Respondió John.
El profesor continuó la lista, y, después de haber contestado yo, le pregunté a John:
-¿Eric?
- Sí, así me llamo. ¿Leilany? – Me dijo de broma.
Un momento, ¿cómo se sabía mi nombre? Qué extraño. Pero eso no era lo más importante en ese momento.
- Pero… ¿no te llamabas John?
- Ah, sí, pero John es mi apellido. Me llaman más así, aunque en realidad eso lo empezó el rarito de Danny. Todo el mundo me llamaba Eric, ya no sé por qué no. – Me dijo pensando sobre lo que decía.
- Pues yo te voy a llamar Eric.
- Vale. Yo a ti te voy a llamar…
- Leila.
- ¡Eso! Yo a ti te voy a llamar Leila.
- Guau, que novedad… -Dije en tono sarcástico.
- Bien, deja de reírte en mi cara, ¿qué te gusta hacer? –Me dijo con una sonrisa atractiva.
- Em… escuchar música. ¿Y a ti?
-No te lo voy a decir.
-¿Por qué? Venga, seguro que es… jugar al fútbol.
- También, pero… no está en mis preferencias.
- ¿Entonces? Venga, estas deseando decírmelo, sino no me hubieses preguntado acerca de mis gustos. –Le dije.
- Pues, no pensé que me devolverías la pregunta, debo recapacitar sobre las respuestas. –Dijo bajando la voz.
- Sí, vale, haz lo que quieras, pero dime tus hobbies.
- ¡Qué impaciencia!
- Ya ves. –Le dije amenazante.
- Está bien. Me gusta cantar.
Solté una carcajada. No me podía creer que un chico como el cantase. Normalmente a los chicos les gusta el fútbol.
De pronto, me fijé en su belleza. Era moreno, con una melena despeinada. Sus ojos eran marrones claro. Tenía algunos lunares que le realzaban la belleza. Su rostro no era muy marcado, y su rostro era más de niño. Era guapísimo. Su nariz era pequeña. Era perfecto. Pero creo que reparó en que le estaba haciendo un análisis, porque llevaba ya un rato mirándole fijamente.
- ¿Qué? – Dijo finalmente. El también me miraba.
Pasé muchísima vergüenza. No sabía ni qué decir. Pero mientras improvisaba algo, él se me adelantó.
- ¿Tengo monos en la cara? – Me dijo sonriendo.
- No, es que, ¿cantar? ¿Eso no lo hacen los gais? Estaba viendo si tenías pinta.
- ¡Eh! Sabía que no te lo podría decir.
- No… era una broma. ¿Y cantas bien? – Cambié rápidamente de tema.
- Pues… ¡Yo qué sé! Mira, a mí no me líes. – Dijo alterado.
- Ay, no te enfades, que era un broma. ¿Me perdonas?
- No lo sé, depende.
- Jo, ¿de qué? – le pregunté.
- No lo sé. Un simple perdón no me basta.
- ¿Y qué te basta?
Sonó el timbre en el momento menos oportuno. Ni siquiera me enteré de lo que decía el profesor. Estaba inmersa en la conversación con Eric.
- Cotorra. – dijo Michaela.
-Me cae bien. Es simpático. – Dije.
- No, si ya lo hemos visto, no habéis parado de hablar. – Dijo Rachel.
- Que harta estoy de las normas de convivencia, todos los años la misma historia. –Dijo Courtney.
- ¿Normas? – Pregunté.
- Tampoco te has enterado de nada ¿no? – Dijo Courtney. –En realidad nadie se entera, pero fingimos que lo escuchamos.
- Normas… ya sabes, eso que te dicen de una forma muy abstracta lo que no debes hacer. – Dijo Chelsea.
- ¡Sé lo que son las normas! –Dije.
- Tranquila, no hay ninguna en especial. –Me aclaró Rachel.
Nos fuimos a la siguiente clase, Educación Física. Me iba a morir de vergüenza. Hacer deporte delante de gente nueva, era mi primera clase, y estaba nerviosa. Además, no sabía ni donde estaba el pabellón, pero, por suerte las chicas sí.
No pasó nada interesante, el profesor se presentó, y nos dijo lo que íbamos a hacer a lo largo del curso. Casi todas las clases hasta ahora eran de lo mismo.
Después de Educación Física teníamos Lengua, así que era más de lo mismo. También estábamos por orden de lista, así que seguimos hablando.
- ¿Y cantas bien? – Le pregunté.
- Pues… no sé, yo no me escucho. Aunque ya he sacado un disco. – Me dijo intentando no echarse muchas flores.
- ¿En serio? Yo lo quiero, junto con un autógrafo. – Le pedí mientras le sonreía lo más dulcemente que podía.
- Bueno, pues ve a una tienda y cómpratelo.
- Jo… quería una edición especial. Espera… ¿se vende en tiendas?
- Eh, sí, bueno, no en todas. Además, no creo que la gente lo compre mucho pero bueno.
- Yo lo compraré.
- No sabes ni el nombre. – Me dijo con una sonrisa pícara.
- Pues dímelo.
- Sí, ¡anda!, si está diciendo algo muy interesante… -Intento cambiar de tema.
- Haremos análisis sintácticos de oraciones más complejas, ya sean recíprocas como reflexivas, o incluso transitivas. Aunque estas últimas sí son más fáciles. Ahora que recuerdo también daremos análisis morfológico, algo que llevo muchos años pidiendo que se supere en nivel, ya que estáis en cuarto, y me parece insuficiente… - Explicaba el profesor.
- Ya… divertido. – Dije.
- Bueno, pues para mí sí. Y luego soy yo el que suspende. –Dijo bromeando.
- Malote. – Le dije.
- Calla, que no es mi culpa.
Las demás clases pasaron rápido, ya tenía un amigo con el que podía hablar. Me daba igual que las chicas creyesen que me gustaba. Eso no era cierto, además de imposible, porque solo lo conocía de hoy. Y yo no creía en el ‘’amor a primera vista’’. Eso es una chorrada que se inventó Disney para divertir a las niñas de ocho años y para que empiecen a intentar enamorarse para perder su infancia.  Algo que a todos nos ha sucedido, y creíamos que estábamos enamoradas, y ahora nos damos cuenta que era solo un juego.





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