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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 9


Cuando llegó el viernes, ni Rachel ni yo nos lo podíamos creer. Suponíamos que nos habíamos equivocado de día, o algo así, pero no. Era viernes, estaba comprobado, lo dijo la profesora, lo apuntamos en todos en la libreta y lo ponía en la pizarra. No había equivocación alguna.
- Que, ¿tienes ganas de que llegue esta tarde? – Me pregunto Eric.
- No… - fingí.
- ¿No? Mira, que no te invito a ninguna fiesta más.
- Era broma, sí tengo ganas. Es la primera vez que voy a una fiesta con – hice una pausa – amigos.
- Supongo que a alguna fiesta de cumpleaños habrás ido.
- Sí, pero de la familia. Bueno, y de Michaela, que es casi lo mismo. – Dije sincerándome.
- Así que, sois muy amigas.
- Claro, prácticamente desde que nacimos.
- ¿Cuándo naciste? – Me preguntó.
- En marzo, ¿y tú?
- En Octubre. – Me sonrió.
- Siempre estás feliz, no sé como lo haces.
Desde ese momento, decidimos prestar más atención a las clases, ya que empezaban a dar más materia. Pero yo estaba luchando por concentrarme, ya que no podía parar de imaginar lo que pasaría esta tarde. Era tan emocionante ir a una fiesta. Nada podía salir mal. Y nada iba a salir mal.
Ya se lo conté todo a mis padres, y lo único que me dijeron, era que tuviese cuidado con las motos, y que no soltase la bebida. Pero eso era una tontería, ya que en una casa no se puede hacer una fiesta tan grande. Eso solo pasa en las películas americanas. Eric no puede vivir en una mansión, aunque, con la ropa que llevaba cada día, no me extrañaba que tuviese mucho dinero.
Las chicas no paraban de hablar de su almuerzo, pero nosotras hablábamos de toda la tarde. Se podía decir que ya lo habíamos arreglado, pero estaba claro que hasta que no pasase esa tarde, no íbamos a estar tan unidas.
Al terminar las clases, en las que dejamos volar nuestra imaginación, Rachel se fue a mi casa, y allí, después de comer, nos empezamos a arreglar.
- Menos mal, no se me ha arrugado la ropa. Eso de doblarla bien tiene su recompensa. – Dijo Rachel, que traía la ropa en una bolsa.
- Pues yo la tengo en el ropero, y ni siquiera sé que ponerme. – Dije.
- ¡Uh! Tú tranquila, que yo te busco algo. – Y se fue a mi habitación. – Busca el maquillaje.
Cogí el maletín, y, me empecé a maquillar. Era una ocasión especial, así que me eché una capa de crema para ocultar los granitos, y dar algo de color y brillo. Yo no tenía granos, pero sí pecas, y quería ocultarlas. Cuando empecé a pintarme la raya del ojo, vino Rachel.
- Ya está todo. – Y me sonrió. - ¡Cuánto maquillaje! Venga anda, ve a vestirte, y yo me maquillo de mientras.
Fui a mi habitación. Rachel puso sobre la cama un vestido que ni recordaba que tuviese. Era muy bonito, de palabra de honor y con flores estampadas. También cogió unas manoletinas marrones, que pegaban muy bien. No sé que hubiese hecho sin ella. Me vestí, y cuando fui de nuevo al baño, ella ya se había maquillado.
Estábamos arregladas a las cuatro, y no podíamos aguantar más, así que fuimos andando hacía allí despacio. Hablando de tonterías, como siempre.
Cuando llegamos al instituto, ellos no estaban, así que nos pusimos a esperar.
A mí me parecieron horas, pero no sé, el caso es que aparecieron con la moto. Los dos. Iban súper rápido. Cuando llegaron a la puerta, los dos hicieron una vuelta derrapando. Se me pasó por la cabeza el irme andando.
- Vaya… Me encantan esas motos. – Dijo Rachel.
- Sí, aunque la mía mola más. – Dijo Danny.
- Sí claro… Y te la tuvo que comprar tu padre porque tú no sabías la diferencia. – Rebeló Eric.
Todos nos reímos. Prefería seguir hablando antes que ir en esa moto del demonio. Pero tuvo que llegar eso momento.
- Bueno… ¿quién se viene conmigo? – Dijo Eric.
- Sí, y te lo van a decir. – aclaró Danny.
- Pues venga, elige tú. – Le respondió Eric.
- ¡Eh! Y yo por qué. Que yo soy muy tímido. – Bromeó.
- Bueno, yo me subo con  el que sea más seguro. – Dije no muy decidida.
- Yo. – Dijeron los dos al unísono.
- Seguro… - Susurró Rachel.
- No, en serio, yo soy más seguro. – Dijo Eric mientras me miraba.
- Está bien… confiaré en ti.
- ¿Y en mí no confías? – Preguntó Danny.
- Dios mío, que niños chicos. – Dije desesperada.
Eric se montó en su moto, y Danny le siguió. Vi a Rachel subiéndose dificultosamente en la moto, y eso que tenía vaqueros. Pero me subí sin pensar más, me coloqué bien el vestido, y sujeté a Eric.
- Mejor agárrate. – Oí que le decía Danny a Rachel.
Sentí miedo por Rachel, ya que parecía que Danny era peligroso, pero luego pensé que no le iba a pasar nada, ya que estaban acostumbrados a ir en moto. Pero me sentí insegura, así que nada más arrancar, abracé con más fuerza a Eric.
Vi que Danny y Rachel nos adelantaban, pero aun así Eric no modificó la velocidad. Quería que me sintiese segura.
Me gustaba como me daba el pelo en la cara, era una sensación agradable, y me confortaba estar al lado de él. Pero me quería bajar de la moto, no me encontraba muy bien. Era mi primer viaje.
Al cabo de un rato llagamos a la casa. Dentro ya había gente, cosa que yo no hubiese hecho, ya que dejar la casa con amigos dentro, y sin nadie que la supervise era un poco problemático.
Respecto al tamaño de la casa, también me equivoqué. Era enorme, parecía una mansión. Seguro que tenía piscina. Nunca había visto una casa tan bonita.
- Pues, ya está. – Dijo Eric. - ¿Tan malo ha sido?
Pareció vérmelo en la cara, porque se quedó callado. Bajé como pude de la moto y tropecé. Estaba mareada.
- En la casa hay bebidas. Deberías tomas algo con azúcar. – Me aconsejó Danny.
- Sí, claro. – Dije.
Rachel me sujetó del brazo, pero al entrar en la casa ya m encontraba mejor. No era una fiesta salvaje, había una pareja sentada en el sofá, unas chicas hablando frente a la ventana, y unos chicos jugando a la consola.
Por supuesto, estaba allí Sylveria, la novia de Danny. No quería enfadarme, y menos hoy, así que pasé de ella.
- Nos lo vamos a pasar genial. – Dijo Rachel.
- Por supuesto. – Concluyó Danny entrometiéndose en la conversación.
Ambas nos reímos.

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