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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 11


Cerré los ojos, tenía mucho miedo, ni siquiera Eric podía hacerme sentir bien. Estaba aferrada a su cintura, y no me quería soltar. Miré hacia Rachel y Danny, y ella me sonrío. De repente, un coche se cruzó, iba muy rápido, solo vi como el coche continuaba a la misma velocidad, llevando por delante dos jóvenes vidas.
- ¡No! – Grité.
Eric soltó rápidamente la moto en la acera, y fue corriendo hacia ellos. Vi como Rachel estaba de rodillas frente a Danny, que este yacía inmóvil en el suelo. Ambos tenían muchas heridas y mucha sangre caía de sus extremidades. Pero aún así, Rachel intentaba animarle inútilmente.
Rápidamente cogí el móvil y empecé a pulsar teclas, pero no me acordaba cómo era el número de la ambulancia.
- ¡Haz algo! – Me dijo Eric histérico, con las manos cubiertas de sangre.
La vida de Danny dependía de mí, y yo no sabía cuál era el dichoso número.
Llamé a la policía nacional, que me dio el número de la ambulancia, mientras también venían hacia aquí. Les llamé rápidamente. También venían.
Rachel lloraba, lloraba mucho, y se sentía culpable.
- Debí decirle que venía un coche, se lo debí decir. Ya es tarde. – Se lamentaba entre llantos.
- ¡Qué aquí no va a morir nadie! ¿Vale? – Gritó Eric, era su mejor amigo, normal que estuviese cabreado, molesto, triste y demás.
Se oyeron sirenas, era la ambulancia, había llegado antes que la policía. Salieron muchos hombres del coche, y sacaron una camilla, inmediatamente le subieron como si fuese una pluma.
También cogieron a Rachel, que estaba sangrando.
- Ya no puede subir nadie más, no pueden venir acompañantes, lo sentimos. En cuanto lleguen al hospital, mandaremos la orden para que os llamen.- Dijeron.
- Pero, ¿se recuperará?- Le preguntó Eric con un nudo en la garganta.
- La chica está bien, solo es sanarle las heridas, pero el chico tiene más problemas, hay que hacerle un chequeo y esperar que despierte, no creo que esté en coma, estará inconsciente, pero hay que revisarlo todo. No me puedo entretener más. Adiós muchachos. – Tras esto, la ambulancia desapareció dejando paso a los coches de la policía.
Nos preguntó muchas cosas, algunas a las que no sabría contestar, pero se encargó de todo Eric.
El coche que los había atropellado testificó, y pudimos irnos.
Por supuesto, Eric fue con más cuidado que nunca, también se asustó. Llegamos a mi casa ya aun tenía la respiración acelerada. Me bajé de la moto, y él me acompañó. Le miré, estaba triste, decaído, nunca le vi en ese estado.
Necesitaba apoyo, y yo también, así que le abracé, y el hizo lo mismo. Nos quedamos un momento así, cerré los ojos. Parecía que entre sus brazos nada podía pasar. Era como si nada hubiese ocurrido, pero, de pronto, volví l mundo real.
Danny estaba inconsciente, Rachel estaba herida, Eric no era él, siempre estaba alegre, ahora su aspecto era otro, diferente. Le sujeté de los hombros, pero él no me soltó.
- Ten cuidado. – Le susurré.
- Sí, claro. Me lo imaginaba. – Sonrío levemente.
- Por favor.
- Está bien. No quiero que pase nada más.
- ¿Me lo prometes?
- Por supuesto. No te preocupes más. – Dijo mientras me soltaba.
- Adiós. – Y le di un beso en la mejilla.
Vi como se ruborizaba un poco, pero se despidió con la mano, y se fue. Entré en mi casa, me senté en mi cama esperando a que Rachel me llamase, pero no ocurrió.
Se hizo de noche, y aun estaba dando vueltas por la cama, cuando de pronto sonó el teléfono.
- ¿Sí? – Pregunté emocionada.
- Leila. – Me dijo Rachel.
- Dios mío, ¿cómo estáis?
- Yo ya estoy en casa, pero Danny no. – Dijo nerviosa.
- ¿Qué?
- Danny, no le han dado el alta, aún no ha despertado. No sé bien cual es su estado, pero está grave. Le han puesto los tubitos esos por la nariz, y ha perdido mucha sangre. Su familia no ha podido ir porque está fuera del país, y está solo. Ni siquiera sé cuál es el número de Eric. Todo ha sido por mi culpa, no debería haber dejado a Alex pelearse con él, entonces nos hubiésemos ido más tarde y no hubiese… -me contaba nerviosa.
- ¡Ya! No es tú culpa y ya está. Por favor, deja de decir eso, la única culpa la tiene el conductor del coche, y ya va a pagar los daños. – Le corté.
- ¿Va a pagar lo que ha pasado? Eso no se paga. – Dijo con tristeza.
- Lo sé, pero… la moto… supongo. No lo sé. No sé qué pasará.
- ¿Puedes llamar a Eric? No quiero que se quede solo. Por favor.
- Sí, claro. Voy, adiós. Mejórate.
- Gracias. – Se despidió.
Colgué el teléfono, y cogí mi agenda para marcar el próximo número. ¿Pero cómo se lo decía?
- ¿Quién es? – Dijo una voz.
- ¿Está Eric? – Pregunte.
- Sí, espera. – Supuse que era Alex.
En ese momento me puse a imaginar lo que le diría. Sería complicado, por supuesto.
- ¿Diga? – Dijo Eric.
- Eric, soy Leila.
- Ah, ¿tienes noticias?
- Sí, bueno, me ha llamado Rachel.
- ¿Y bien?
- Pues que no ha despertado, pero no está tan mal. Ya está a salvo. Y, nadie está con el de su familia. Están fuera o algo así. – Dije despacio.
Eric suspiró. Seguía muy preocupado, y yo no podía hacer nada.
- Voy a ir a verle. – Dijo decidido.
- Ten cuidado.
- Lo sé.
Colgó, tendría prisa, seguro.  Cerré los ojos y me tumbé en la cama, a esperar como se solucionaban las cosas, pero veía un oscuro final.
Pasé ese fin de semana fatal. Casi muere un amigo, pero, nada era seguro, aunque habían dicho que había mejorado notablemente, pero el lunes faltaría al instituto. La suerte era que ya había despertado, y tenía ganas de salir de allí. Rachel tenía una venda enorme en la rodilla, y andaba con dificultad. Todos fuimos a verle, y hacía bromas. Al parecer, le daban el alta el martes, así que asistiría a clase el miércoles.
Cuando llegó el lunes no lo podía creer. ¡Cuántas cosas que contar!




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