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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

sábado, 13 de agosto de 2011

Capítulo 24

Ya era el día en el que Ryan cumplía dieciocho, ya era mayor de edad, y yo aun tenía quince. Cualquiera diría que teníamos mucha diferencia de edad, pero solo se llevaba dos años conmigo, porque mi cumpleaños era en marzo, y el suyo en febrero.
Así que quedamos para ir a su casa, y luego daríamos una vuelta. Así que me vestí y me arregle, era una ocasión especial, así que me puse guapa.
Quedé con él en una tienda cerca de su casa, pero no venía. Esperé cinco minutos, y mientras miraba por el cristal los peluches de la tienda, alguien me abrazó por la espalda. Me di la vuelta sobresaltada, pero, por supuesto, era él.
- Felicidades. – Le dije.
- Gracias. – Y me besó.
Luego me cogió la mano, y me llevó hacia su casa.
- Quizás vienen unos amigos míos.
- ¿Amigos? – Pregunté.
- Sí. No he invitado a ninguna chica, pero bueno, no son peligrosos.
- Ya.- Dije entre risas.
- No vienen hasta dentro de un rato. – Me sonrió.
Así que fuimos al salón, y nos sentamos en el sofá.
Empezamos hablar, y me sentí mal por no haberle regalado nada por su cumpleaños, pero no sabía que debería haber hecho, nos conocíamos de hacía poco, y no sabía bien sus gustos. Él dijo que no quería nada, pero éramos una pareja, y no sentía que le había fallado.
Pero todo se me olvidó pronto, porque empezó a besarme, y me tumbé sobre él. Al cabo de un rato llamaron a la puerta, eran sus amigos. Aun estaba acalorada, y no creía que iba a poder disimularlo, aunque ni Ryan podía. Fue a abrir, y de inmediato se dieron cuanta, y preguntaron si interrumpía algo, pero por cortesía dijo que no. Al entrar me miraron de una extraña manera, como si estuviesen comprobando si era adecuada, vale, yo misma había hecho eso, pero no sienta bien que te midan cono a una pared…
Eran divertidos estuvieron hablando y diciendo tonterías, no eran muy diferentes a mis amigos. También se pusieron a jugar a la consola. Me sentí aislada, ya que estaban jugando los tres amigos de Ryan y él, y yo me quedé a su lado, esperando a que terminase, pero me dio la sensación de que había perdido aposta para poder estar conmigo.
Me abrazó, y apoyé mi cabeza sobre su hombro. Me gustaba su olor, su belleza, todo él me gustaba, me hacía sentir bien. No sabía cómo había sido todo tan rápido, era extraño, nunca me había gustado alguien en tan poco tiempo, pero con él era todo distinto.
- ¿Te lo estás pasando bien? – Le pregunté preocupada.
- Claro, siempre que esté contigo me lo voy a pasar bien. – Y me besó la frente.
Noté que los amigos estaban un poco envidiosos, y llamaron a sus novias, que, al parecer, era muy común entre ellos tener pareja.
Media hora después volvieron a interrumpir llamando a la puerta, y fui yo a abrir porque los demás estaba muy ocupados jugando.
Había tres chicas, no era muy guapas, excepto una, que llevaba un tinte rojizo.
- ¿Y tú? – Me preguntó esta.
- ¿Yo?
- Sí, ¿quién eres tú?
- Pues soy la… amiga de Ryan.
- Ah, ¿ya tiene otra novia? Bueno. – Concluyó y paso directamente, sus amigas la siguieron, pero una de ellas, que era morena, me dijo algo.
- No te preocupes, no le gusta que Ryan rehaga su vida.
-Ah, creía que no os caía bien o algo. – Dije.
- Bobadas, ¡pero si aun no te conocemos!
Cerré la puerta y fui al salón con ellos. Me senté al lado de Ryan, y a mi lado la chica morena.
- Es que… ella misma estuvo con Ryan, pero le dejó, no duraron mucho, y creo que él ni siquiera le quería, que estaba con ella por pena, pero Mía cortó con él, y este sin problemas pudo vivir su vida de nuevo. Por cierto, soy Sindy. – Me susurró.
- ¿Qué tramáis? – Preguntó Ryan.
- ¿Es que no podemos tramar nada sin que tú estés dentro? – Se adelantó Mía.
Él se quedó callado, y la miró con desprecio, pero ella no se dio cuenta. Mía se creía el centro de atención, varias preguntas que hicimos, ella las contestó aunque ni siquiera estuviese dentro de la conversación, era una egocéntrica.
Cada vez me llevaba mejor con Sindy y con la otra chica, de nombre Ginny.
Me fijé en cómo Mía intentaba provocar a Ryan, y me molestó, pero este no prestaba atención, seguía hablando con nosotras. Imaginaba que no querría volver con ella. Un rato después, Ginny y su novio se fueron, y nos quedamos solo los cuatros.
- ¿Queréis beber algo? – preguntó Mía.
“¿Tan importante es beber? Si no tiene ninguna ventaja, no entiendo la diversión.” – Pensé.
- No. – Contestó Ryan, no sabía si porque no quería, o porque yo era menor.
- Ah, es verdad, que la nena es peque, ¿no? –Me dijo Mía.
- Será menor que tú, pero es mucho mejor persona y mucho más inteligente, que no se vende a cualquiera, no como tú. –Le contestó Ryan.
- Claro, eso lo dices ahora, pero, ¿cómo pensáis seguir juntos? Es casi ilegal, tú eres mayor de edad, y ella no.
- ¿Quieres parar ya? – Dijo Ryan.
- ¿Te molesta? Claro, es lo que te duele, ahora creerás que la quieres, pero no es más que otra novia tuya. Aunque… no has tenido tantas, ¿verdad?
- Vete, fuera de mi casa. – La echó.
- Eh, tío, no te pongas así. – Dijo su amigo.
- Pues vete tú también, si es que estás de parte de ella. ¿Vais a molestar mucho más? Porque así no quiero vuestra compañía.
- Ryan, ya está, déjalo. No pasa nada. – Le dije mientras le puse la mano en el pecho.
- Leila, cariño, no lo entiendes. – me susurró con ternura, cambiando completamente la expresión.
- Está bien, no quiero estar con ella, me molesta. Así que me voy porque yo quiero.
- ¿Por qué quieres? ¡No ves que te estoy echando! – Dijo con desesperación.
- Tú no me echarías. – Contestó ella.
- Pues es lo que ves, así que adiós, no quiero verte mucho más por aquí.
Tras decir esto, Mía y su novio se fueron, por mí, como si se iban de la mano con Bryanna. Nada más que estaba haciendo enemigas, y no entendía nada. Vale, Ryan me quería a mí, y por eso estaba celosa su antigua novia, pero, ¿y Eric? Por más que lo pensaba no encontraba ninguna razón lógica, sin embargo, decidí relajarme con Ryan, y dejar de molestarme con lo demás.
- Siento que haya pasado todo esto. Sabía que no era buena idea que viniese, siempre lo estropea ahora, y tú no tienes ninguna culpa, además…- Comenzó a decir Ryan.
Le tapé la boca con un dedo y le miré. Captó rápidamente el mensaje, porque también guardó silencio. Me apartó la mano, y me volvió a besar.
Ya era tarde, así que me despedí de él, y me fui a mi casa. Estaba por el camino, y vi como un hombre le robaba el bolso a una chica y su novio iba detrás de este para recuperarlo, en ese momento me sentí desprotegida, vulnerable. Se estaba acercando a mí, e iba huyendo con su bolso, tuve el presentimiento de que no iba a poder hacer nada. Se acercaba demasiado rápido, y lo único que se me ocurrió fue hacerle la zancadilla, entonces este tropezó y cayó al suelo. El novio de la chica cogió el bolso cuando aun estaba en el suelo, y le dio una patada.
- Gracias. – Me dijo con amabilidad.
De pronto la chica se acercó a mí me abrazó.
- No sabes lo feliz que me siento, has recuperado el bolso, en él había una cosa muy importante para mí. Muchas gracias. – Me dijo esta.
- No es nada… - Contesté, pero algo me cogió de las costillas y tiró de mí.
Al cabo de segundos estaba agarrada por el ladrón, y con una navaja apuntando mi cuello.
- El bolso, dame el bolso. – Dijo este.
Yo era presa del pánico, que estúpida. El chico no quería darle el bolso, pero si no lo hacía, iba a morir, aunque quién sabía que iba a pasar de verdad, capaz era que se lo diese, y me matase igual. No era justo un final así, después de lo bien que lo había pasado. Las lágrimas caían de mis mejillas, pero no me moví.
- Dame el bolso o la mato. – Dijo de nuevo.
La chica también lloraba, cada vez el ladrón me apretaba más con la chuchilla, y vi como estiraba la mano para darle el bolso, pero escuché un disparo, y dejó de hacer resistencia. Cayó al suelo, inmóvil. Una terrible alegría brotó de mi interior, y vi como un policía empuñaba una pistola que humeaba aun.
- Debería tener más cuidado. – Exclamó.
- Sí. – Dije sin apenas voz, ya que tenía un nudo en la garganta debido a tantas emociones.
- ¿Estáis todos bien? – Preguntó.
- Sí… sí, muchísimas gracias.- Dijo el chaval.
- Nada, es mi deber. – Murmuraba mientras le ponía esposas al ladrón. – Te vas a pasar un día muy divertido en la celda…
Le dije adiós a la pareja y salí corriendo a casa, no quería tener otro encuentro así. La próxima ve, intentaría que me acompañasen.
Llegué a casa sin aliento, y recordé que no le había dicho nada a mi madre sobre Ryan.
Aun no era el momento, tenía que despejarme y tranquilizarme, por poco no lo contaba…

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