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Peanuts, mi blog, un sitio donde publicaré cada capitulo de mi novela. Soy principiante en esto, pero espero que os guste, tengo mucho que contar...

lunes, 5 de septiembre de 2011

Capítulo 38


Cuando llegué a casa me entró el pánico, podía hacer que me bajasen la nota de todo el curso, ella podía interferir en todo, todo mi esfuerzo, todo mi trabajo, ella me lo podía arruinar, y lo iba a hacer, desde luego.
Era temprano aun, pero no me podía aguantar más, se lo tenía que contar a alguien, quería llorar, pero debía ser más fuerte. Era el director, estaba convencida que no podía bajarme la nota, porque los profesores no la dejarían. ¿O sí?
Llamé sin pensarlo a Michaela, pero no estaba en casa, era cierto, se fue con Courtney. Llamé a Eric. No quería tener que decirle todo eso, pero necesitaba desahogarme, le necesitaba.
-¿Quién es?
-Eric, soy Leila, necesito verte. –Dije nerviosa.
-¿Ha pasado algo?
-Sí, bueno, más o menos.
-Ahora mismo voy a tu casa. –Me contestó, y seguidamente colgó.
¿A mi casa? ¿Y mis padres qué? Ellos estaban allí, ¿le iban a ver? ¿Podría hablar cómodamente? Los problemas iban en aumento, solo faltaba que le pasase algo a Eric, entonces ahí acabaría mi vida.
Por suerte me llamó al móvil, y me dijo que ya estaba en la puerta del recinto. Fui rápido hacia allí. Estaba apoyado contra la verja, y se dio la vuelta para mirarme. Sin preocuparme por nada ni por nadie, le abracé, y este me lo devolvió.
Entramos a la casa, pero para mi sorpresa, mis padres fueron los primeros en saludar.
-¡Hola Eric! –Dijo mi madre.
-Buenas. –Contestó este.
-¿Qué tal? –Le preguntó mi padre.
-Bien, bien.
Fuimos a mi cuarto, estaba extrañada.
-¿Ya los conocías?
-Sí, les convencí para que fuesen de viaje el día de tu cumpleaños. –Me explicó.
-¿De veras? Eres increíble, lo tenías todo pensado. Y creía que estabas borrando… -Dije arrepentida.
-Deja de hablar de mí, ¿qué te pasa?
Desperté de inmediato de un precioso sueño, estaba en las nubes, con él, y de pronto me hizo recordar.
-Yo… es que no debería.
-No pasa nada, puedes confiar en mí. –Me tranquilizó.
Cerré con fuerza los ojos, para evitar llorar, y lo conseguí, más bien di un aspecto de reflexión, y él me estrechó contra su pecho.
-A ver. –Dije separándome de él. –Bryanna no va a hacer caso a los profesores.
-Claro que sí, ya lo verás.
-Eric, se ha cabreado conmigo, y dice que hará lo imposible porque mi vida empeore, me ha pegado en la cara. –Me sonrojé.
-¡Que ha hecho qué! –Gritó.
-Eric, por favor. –Cerré de nuevo los ojos. –Dice que tiene enchufe con el director, y sí, se refiere a hizo lo que pudo para entrar en este instituto.
Vi una extraña expresión en el, se levantó de la cama nervioso, se puso las manos en la cabeza como lamentándose.
-Se acabó. No la aguanto más, estaba pensando desde hace tiempo cortar con ella, pero no sabía cómo decírselo. Ya estoy cansado de ella, y no consiento que te trate así. Realmente… -Dijo.
-Supongo que tú también puedes confiar conmigo.
-Está bien. –Se sentó en la cama. – Realmente, me gustaba, antes de irse, me gustaba mucho, pero no me hacía caso, era pequeño para ella y pasaba de mí. Un día antes de irse me dijo que me quería, y que no me lo había dicho nunca. Yo le creí, tenía 14 años, y ella tenía 16 y se iba a ir de viaje para estudiar. Ha estado estos tres años fuera, y ha vuelto ahora, y se creía que yo seguía sintiendo algo por ella, pero estaba equivocada. Me daba pena, porque acababa de venir, y no estaba adaptada aun, así que no le dije nada. Creía que me volvía a gustar, pero no. Lo único que está haciendo es destrozarme la vida. No tengo libertad de hacer lo que quiero. –Puso los codos sobre las rodillas y agachó la cabeza.
Le pasé un brazo por su espalda, y me miró con una sonrisa dulce. Se incorporó y se acercó a mí.
-Lo siento, he venido a ayudarte, y te cuento mi vida. –Dijo.
-Eric, eres mi mejor amigo, no me importa escucharte.
-Lo sé. –Levantó la vista. - Haré lo que pueda con ella, no voy a ser su segundo plato. No sé exactamente cómo reaccionará, ni como se lo podré decir para que no te influya, pero te intentaré sacar de esta.
-Gracias.
-No hay de qué, además, ya que estoy aquí, me podrías explicar algunas cosillas de física, ¿no?
-Claro que sí. Así repaso yo también. –Le contesté animada.
Así se me pasó la tarde, haciendo deberes con él. Pese a los entretenimientos que tuvimos, acabamos pronto, y el único examen cercano que teníamos era el de física. Por ahora, claro, porque nos iban a poner todos los exámenes de golpe, lo estaba viendo...
-Leila, ya es tarde, me tengo que ir yendo. –Me dijo.
-Sí, tienes razón. Te acompaño hasta fuera.
Como le dije, le seguí hasta que salimos del recinto. Una vez allí, me preocupé por él, por cómo reaccionaría Bryanna, qué haría. Él notó mis dudas, mientras yo miraba al suelo, él me cogió la cara con las manos y me besó en la frente.
-No va a pasar nada, Leila, créeme.
Le tenía que decir lo que sentía, no aguantaba más, así sabríamos todo, me daba igual que no me correspondiese, pero lo tenía que saber, así entendería por qué me molestaba, por qué me preocupaba. Así lo entendería todo. Comenzó a andar, pero segundos después le llamé.
-¡Eric! –Dije. – Yo…
-Dime. –Me respondió sonriente y con una increíble naturalidad. Claro, el no sabía aun que le iba a confesar mis sentimientos.
-Eh… Cuídate.
No me atreví, era cobarde, estaba decidida y nada. No lo iba a intentar más, si no lo había podido decir, era por algo, y no iba a forzar al destino. Un momento… estaba justificando mi falta de valentía con el destino… Necesitaba relajarme, en cuanto llegase a casa, me pondría una mascarilla de huevo y pepino, y no pensaría en nada más.
-Claro. Hasta mañana. –Se despidió.
-Adiós.
Me quedé mirando cómo se iba, como se alejaba desconociendo la verdad que nos unía, al menos, que me unía a mí con él.
Volví a mi casa, me hice la mascarilla, me la puse y me tumbé en el sofá a escuchar música. Por si acaso no había hablado del destino, sonó una de las canciones de Eric. Me emocioné bastante. Mañana él le contaría todo a Bryanna, esperaba que todo saliese bien…

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